Verde hermoso
Pocas veces motiva voltear a ver una
planta dentro de una habitación, o cuando salimos a dar una caminata por el
lugar, nos parecen algo lejanas, no en el sentido de la distancia, si no en el
sentido de ser seres aparentemente tan diferentes a nosotros.
Tan solo cuando vemos lo
interrelacionadas que están las cosas, los seres vivos, los no vivos, el
ambiente, la energía, el planeta mismo; es que cedemos cierto respeto y aprecio
por uno de nuestros compañeros de evolución y existencia.
La vida vegetal es un
componente importante en la cadena de la realidad que experimentamos en este
magnificente cosmos. Son millones de años de evolución los que han esculpido
una de las maquinarias más eficaces del planeta. La vida verde, que
incluye a los árboles y las plantas, ha dominado el arte de usar la energía
solar para poner en marcha su maquinaria de vida.
Entonces, la luz solar que
proviene de nuestra estrella madre, alcanza la superficie una planta, donde
existen incontables células que poseen un compuesto maravilloso, la clorofila.
Dicho pigmento es color verde, lo que le da su distintivo color a la mayoría de
las plantas con las que convivimos.
La clorofila es buena porque
tiene la facultad de absorber la luz e iniciar así el proceso de fotosíntesis.
Al entrar la energía lumínica a la maquinaria vegetal, le proporciona
electrones al proceso, con lo que le brinda literalmente energía al asunto. La
planta absorbe dióxido de carbono de la atmósfera y se alista a procesarlo,
usando compuestos presentes en su estructura.
Para reponer los compuestos
usados en la fotosíntesis, oxida el agua absorbida del ambiente, liberando
oxigeno en el camino. Finalmente, el dióxido de carbono trabajado en la
fotosíntesis da como resultado nutrientes para la planta, como los azucares y
almidones. De este modo, sutil pero impresionante, es que la vida vegetal es
hasta cierto punto, autosuficiente.

Buen punto a tener en cuenta la
próxima vez que veamos una "simple" planta en nuestro camino.
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