Luz que ilumina nuestra curiosidad
La luz que vemos en cada momento de nuestro camino en este bello planeta, se origina a una larga distancia, en las entrañas de nuestra estrella, el sol. Nuestro proveedor de luz es un gigantesco reactor de fusión, que une átomos de hidrógeno, su combustible, para crear helio, generando como resultado energía.

Existen múltiples hechos que suceden en relación con la luz,
uno de ellos es la posibilidad de ver colores en todo lo cotidiano. La luz se
interrelaciona con los objetos que alcanza a nivel atómico, siendo absorbida
parcialmente y siendo reflejada otro tanto. Así, en esencia, debido a que la
luz se compone de los 7 colores básicos del arco iris o longitudes de onda
(rojo, naranja, amarillo, verde, celeste, azul marino, violeta), al final vemos
los colores reflejados en las diferentes superficies que toca.

Cuando la luz interactúa con los elementos químicos
fundamentales, estos reflejan un patrón específico de color, conocido como
espectro, el cual puede usarse como una confiable guía sobre la composición de
algo. En la actualidad los científicos explotan esta posibilidad mediante
instrumentos llamados espectrómetros.
Dicha tecnología brinda una ventana impresionante hacia la
profundidad del universo, permitiendo analizar la composición atómica de
planetas en sistemas solares lejanos, podemos saber que elementos están
presentes en sus estructuras y en qué proporción. Así podemos incendiar la
flama de nuestra imaginación, sustentada en hechos científicos, sobre cómo
podría ser un determinado mundo.
Ahora sabemos que existen muchos planetas con composiciones
químicas similares a La Tierra ahí afuera, en un cosmos infinito que apenas
empezamos a dimensionar apropiadamente. Ante la inmensidad del espacio-tiempo
solo resta ser humildes, y despojarnos de las ataduras del egocentrismo humano,
el cual nos hace sentir especiales; pero que nubla el juicio y detiene el
progreso proveniente de la exploración y de la curiosidad.
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