La espada en la piedra


La naturaleza de la vida es misteriosa, siempre manteniendo sus fuerzas, sus desencadenantes en secreto. La existencia de nuestra civilización está plagada de interesantes historias, espectaculares narrativas e inexplicables sucesos. 

Un hombre poderoso y rico gobernó con mano de hierro alguna vez en la edad media, allá por la hermosa zona de La Toscana, en Italia. Un día este importante personaje viajaba cómodamente en su ostentoso carruaje; tan confortablemente  como se podía viajar en aquellos tiempos, donde los trayectos eran largos y peligrosos. 


En un momento dado el hombre decidió detenerse un poco a beber de un arroyo, separándose ligeramente de sus compañeros de travesía; de la nada, un espíritu alado en forma de niño se materializó justo frente este hombre; como si una raro vapor comenzara a condensara en un ente solido. La sorpresa y susto del hombre fueron obvios ante tan improbable momento, la incomodidad que expresaba su rostro casi era palpable. 

No obstante, el ser no parecía tener intensiones de agresión, al principio simplemente se limito a observar casi burlonamente a aquel hombre. De repente habló, le dijo que su existencia banal debía finalizar, que debía abandonar sus muchas posesiones y llevar una vida dedicada a las buenas obras y el bienestar espiritual.

Aquel personaje adinerado y acostumbrado a los lujos de su posición social no pudo imaginarse haciendo tal, por lo que sin titubear se expresó, desenvainando su espada al mismo tiempo, dijo que era más probable que su arma atravesará una gigantesca piedra como si fuera mantequilla, a que él dejará sus posesiones y modo de existir. Acto seguido se acercó el hombre a una gran roca cercana y sin pensarlo la embistió con su espada. 

Como si se tratase de un milagro, de un hecho sobrenatural sin explicación, la afilada arma de aquel sujeto se clavó casi hasta la empuñadura en la solida y gigantesca piedra. Ni él monolito ni la espada mostraban alguna deformación producto de lo sucedido, parecía que por un momento la roca perdiera su solidez y se transformará en alguna clase de materia mucho más suave y permeable. 

Ante tan desconcertante situación aquel hombre no tuvo más remedio que ceder a la demanda de ese misterioso ser que, para ese momento ya había desaparecido; dejando una huella imborrable en ese adinerado personaje, quien emprendió su largo camino rumbo a la verdadera realización humana. 

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